Mi primer viaje a India me dejo muy buen sabor de boca. Llevaba años planeando este viaje al más allá. Mi llegada al aeropuerto de Indhira Ghandi fue maravilloso. No me esperaba en absoluto nada igual.  Lo primero que vino a la mente fue un olor especial, no un mal olor, un olor singular. Me olía a India……

Cuando entras en contacto por primera vez con India muchos viajeros lo rechazan porque en su mente antes de viajar se hacen una idea de lo que es India. El viajero hasta que no llega no se puede imaginar lo que les espera, olores, colores, sabores, ruidos y mucha mucha gente. Para mí eso es la India.

Sales del aeropuerto y comienzas tu aventura, tu pensamiento solo te dice camina y avanza porque te vas a encontrar con tantos elementos alrededor que se te introducen en tu mente y que te alejan de tu mundo occidental. Has llegado a Oriente y eso se hace notar en cada esquina.

Entras en contacto por primera vez en Delhi. Tu mente avanza y se va adaptando a todos los elementos que te rodean. En un abrir y cerrar de ojos te encuentras montando en un riskhsaw a toda velocidad por India. No se puede sentir mayor sensación. Probar cosas diferentes y sentir emociones nuevas no te dejan respirar.

Desde los primeros minutos. Todo es desorganizado pero a la vez tiene su propio refugio

 

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Pasear por un mercado, atravesando grandes mareas de gente te hace sentir que puedes con todo.

Lo curioso de este país es que en un minuto pasas del ruido a la meditación. Caminas por un mercado y te encuentras con un templo donde el ruido parece que ha desaparecido y entras en el mas allá.

Un país donde nunca te sentirás solo. La comunicación es lo primero y eso se palpa en todo momento. Da gusto acabar el día tomándote un chai masala en cualquiera de sus calles compartiendo viejos recuerdos con gente que apenas la conoces. Eso es la magia de India. Sus maravillosas gentes que tienen en cualquier momento un gesto bueno o una sonrisa en cada rincón.